La mentira más grande
No, no conseguirás todo lo que te propongas en la vida. No serás Usain Bolt por ponerte las zapas y echarte a correr los domingos. No serás Dabiz Muñoz porque te guste el chocolate con sal (la innovación, ya lo ves). Yo, probablemente, nunca tocaré en la London Symphony Orchestra (pero no porque no pueda, guiño).
La vida no es rosa. Tampoco es carbón, que conste.
Pero no todo lo que deseamos se hará realidad.
En definitiva, porque hay cosas que no están para nosotros,
como nos decían los amigos del insti con los novietes: “Lo que está para ti, ni
aunque te quites, y lo que no, ni aunque te pongas”. Yo no sería tan osada, es
obvio que hay un “querer” en “poder” (el -er de la segunda conjugación tienen
en común). Pero sí es cierto que hay cosas que no están para nosotros.
Bienvenidos a la media. Que no a la mediocridad, oiga.
No llevamos la vida de la Rosalía. No viajamos todas las
semanas, no hacemos entrevistas para la Vogue, y las uñas largas nos molestan
para los quehaceres diarios. Madrugamos, desayunamos, nos cepillamos los
dientes, nos vestimos, cogemos el coche, vamos al trabajo, trabajamos,
descansamos, trabajamos, volvemos a casa, descansamos algo más para hacer tarde, y ahí llega nuestro homenaje: vamos
al gym un par de días en semana (debiendo ir al menos tres, pero sin éxito),
algún día quedamos con amigos, nos echamos un jueguito de mesa, hacemos algún
curso formativo por las tardes, vamos a ver a la familia, pasamos tiempo en
pareja… y después se cena, ducha y a la cama. Y mañana más.
Si te ha parecido triste el relato, no te preocupes, a mí
también. Cuando lo releas al terminar de leer el post completo, tendrás otra
visión.
Y es que la visión es que no vas a ser Einstein, pero cada
palabra que leas de un nuevo libro va a hacer que tu mente despierte más y más,
y con suerte que no escribas como Ruslana y Chiara de OT:
Y que a lo mejor tampoco deseas ser Einstein, que, por si no
lo sabías, era mujeriego, cruel, y el padre que no desearía nunca a nadie.
Y, bueno, que tampoco te pasarías el día leyendo y encerrado
en cuatro paredes, tampoco hay que pasarse.
En fin, que puede que ese libro te emocione, te entusiasme,
y haga que estés de mejor humor, y que aprendas algo, y que sientas que tu vida
tiene un sentido.
Y esa tostada de desayuno muchas mañanas es un manjar, ¿no?
Y ya si eres como yo y haces el ritual del té matcha, nada puede ir mal. Y, jo,
hoy te pones guapo / a para ir al trabajo, con colores llamativos, alegres,
como tú. Tus compis de trabajo cada vez son menos compis y más colegas, y te cuentas
los cotilleos y te echas unas risas, y luego comes algo rico y sano, de esto
que sientes que te nutre en cuerpo y alma, y llegas a casa y te sientes
vencedor del día. Y oye, después de hacer ejercicio, la duchita sabe a gloria.
Sólo mejorable por una cena con un capítulo de una buena serie junto a tu
persona favorita.
En fin, la hipotenusa.
Que no digo que no hagas méritos para conseguir un mejor yo,
que debes hacerlo y te animo. Pero no te frustres pensando que deberías ser
otra persona en otra parte haciendo otras cosas totalmente diferentes a las que
haces.
Estás en el sitio correcto en el momento idóneo haciendo las
cosas que debes hacer.
Ahora bien, si no te gustan, cámbialas.
Love,
Nere
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